martes, 7 de diciembre de 2010


En la vida hay cambios, muchos cambios. Algunos son para bien, pero otros nos estancan en un momento, nos dejan sin escapatoria, nos inmovilizan, nos asustan, nos paralizan. Hacemos lo posible por revertirlos, pero esos cambios quieren suceder, están predestinados a suceder. Los cambios y el tiempo juegan con nosotros. Los cambios nos dejan estancados en el tiempo, y la arena sigue pasando por ese fino embudo de vidrio. Las cosas siguen pasando a nuestro alrededor y nosotros no reaccionamos. Las cosas cambian a nuestro alrededor, la gente crece, las cosas se desgastan. La vida sigue, constantemente cambiando, preparando algo diferente para cada día. Acá es cuando aparece la memoria, mágica y llena de esperanzas para borrarnos todo lo previo a ese cambio y ayudarnos a salir adelante. Pero no, ¿Existe el olvido? No, no existe el olvido, nos pueden ayudar a superar, a empezar de nuevo, pero la memoria es engañoza, la memoria nos ataca cuando estamos desprevenidos, nos roba unas lágrimas y se va –o a veces se queda para torturarnos un rato mas– dejándonos absortos, pensando y replanteandonos sobre ¿Qué es la vida? Esta sucesión de hechos tiene que tener un descenlace, todo debería pasar por algo ¿Cuál será ese hecho que está esperando a que tantos otros hechos sucedan? ¿Cuál será el descenlace a este cuento? Algún día tal vez lo sabemos y no nos damos cuenta. Tal vez los cambios se van dando para pequeños descenlaces de los que no nos percatamos, tal vez no tienen razón de ser... Que linda respuesta, me quedo con eso, los cambios no tienen razón de ser. Entonces volvamos a cambiar las cosas para que queden lo más parecido posible a lo que estaba antes. Y si, la igualdad no existe, si vamos a pretender algo, pretendamos algo posible. Podemos pretender una diferencia para mejor, no siempre pensemos en lo negativo. Cambiar un cambio para mejor, ese es mi objetivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario