sábado, 27 de noviembre de 2010


Es dificil aceptar que el río se secó, que el barco se estancó, que el remo no sirvió. Hay que aceptar que se acabó, que hasta acá llagamos. Uno siempre hace lo que puede. El interés, el amor, la pasión sacan lo mejor de uno. Queremos estar bien, queremos lo mejor para nosotros, pero en algún momento ese bien, la felicidad, no está al alcance de nuestras manos. Sólo hay que resignarse, dejarse llevar por la corriente, esperar un salvavidas y seguir adelante. Es dificil aceptar las cosas que dejamos atrás. Siempre vamos a querer recuperar lo que es nuestro, pero nada es para siempre y algunas cosas dejan de pertenecernos. Hay que dejarlas ir, para crecer, por su bien o por nuestro bien. Siempre luchamos, por nosotros y por los demás, pero cuando alguien o algo te desepciona, inevitablemente dejamos de luchar, tiramos todo, bajamos los brazos. Ahí es cuando la corriente decide por uno, ahí es cuando la debilidad propia nos hace cometer errores que ni siquiera los elegimos. Nos llegan, porque dejamos de luchar por nosotros, otros deciden por nosotros y no siempre esa gente sabe qué es lo mejor para uno. Dicen que el destino está marcado, pero yo creo que cuando el destino se equivoca, cambian los rumbos, cometemos errores, nos ahogamos en llantos y penas y tal vez ahí podemos continuar en busca del destino.

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